Orientación sexual, identidad y expresión de género

Orientación sexual, identidad y expresión de género  

La violencia en las escuelas y otros entornos educativos es un problema mundial. El alumnado al que se percibe como ajeno a las normas sexuales y de género imperantes, como lesbianas, gais, bisexuales y transgénero (LGBT), son más vulnerables. La violencia basada en la orientación sexual y la identidad o expresión de género, también denominada violencia homofóbica y transfóbica, es una forma de violencia escolar de género. Abarca la violencia física, sexual y psicológica y el acoso y, al igual que otras formas de violencia escolar, puede producirse en las aulas, los parques infantiles, los aseos y los vestuarios, en el trayecto hacia y desde la escuela y en línea. 

Los estudiantes que no son LGBT pero que se perciben como ajenos a las normas de género también son objetivos de este tipo de violencia. La violencia homofóbica y transfóbica en las escuelas afecta a la educación, las perspectivas de empleo y el bienestar del alumnado. Los estudiantes que son objeto de ataques son más propensos a sentirse inseguros en la escuela, a faltar a clase o a abandonar los estudios. La violencia homofóbica y transfóbica también tiene efectos adversos en la salud mental, entre otros, un mayor riesgo de enfrentarse a la ansiedad, el miedo, el estrés, la soledad, la pérdida de la confianza, la baja autoestima, las autolesiones, la depresión o el suicidio, todas ellas conductas que también repercuten negativamente en el aprendizaje.

La mayoría de los datos disponibles sobre la violencia homofóbica y transfóbica se centran en el acoso. El acoso homofóbico y transfóbico incluye el acoso físico (como casos reiterados de golpes o puntapiés, y hurtos, insinuados o reales); y acoso psicológico, incluido el acoso verbal (burlas repetidas o no deseadas e insultos) y el acoso social o relacional (la exclusión reiterada, el chismorreo, la difusión de rumores y la negación de la amistad).

El ciberacoso es un tipo de acoso psicológico, que abarca las amenazas reiteradas, las críticas o el envío de comentarios o imágenes desagradables mediante la tecnología de la información y las comunicaciones, como teléfonos móviles, correo electrónico y medios sociales, incluidas las salas de chat y las redes sociales.

El alumnado LGBTI puede ser objeto de otras formas de violencia, incluida la violencia sexual. Además de estos actos de violencia manifiestos, también clasificados como violencia explícita, el sector educativo en general también puede generar violencia homofóbica y transfóbica “implícita”, también denominada violencia “simbólica” o “institucional”, que consiste en adoptar políticas y directrices educativas que, voluntaria o involuntariamente, refuerzan o incorporan estereotipos negativos relacionados con la orientación sexual y la identidad de género, por ejemplo, en los planes de estudio y el material didáctico. Esto puede dar lugar a la exclusión de los estudiantes LGBTI, por ejemplo, con políticas escolares que niegan a los estudiantes el derecho a expresar la identidad de género que han elegido, y a través de medidas como los uniformes específicos según el género y las normales sobre peinado.

Los niños y las niñas que son considerados de género no conforme también tienen más probabilidades de ser objeto de violencia en la comunidad y en el hogar.

http://unesdoc.unesco.org/images/0024/002448/244832e.pdf 
http://unesdoc.unesco.org/images/0024/002446/244652e.pdf