Acoso y ciberacoso
El acoso afecta a un porcentaje elevado de niños y niñas, poniendo en peligro su salud, su bienestar emocional y su desempeño académico, y se asocia a consecuencias muy duraderas que persisten en la edad adulta. El acceso cada vez mayor a la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) expone a la infancia al riesgo de sufrir ciberabusos, con lo cual aumenta su vulnerabilidad al ciberacoso. En línea o en persona, el acoso tiene graves repercusiones en la víctima y en el agresor; además, tiene un alto costo para la sociedad.
El acoso puede definirse como un comportamiento deliberado y agresivo que afecta repetidamente a una víctima cuando existe un desequilibrio de poder real o percibido, y cuando la víctima se siente vulnerable e incapaz de defenderse. El comportamiento indeseado es perjudicial y puede incluir un componente físico, como golpes, puntapiés y destrucción de propiedad; verbal, como burlas, insultos y amenazas; o relacional, mediante la difusión de rumores y la exclusión de un grupo.
El acoso suele producirse sin provocación y constituye una forma de violencia entre pares. Los niños que acosan, a menudo actúan por frustración, humillación e ira, o para alcanzar una condición social, y sus acciones pueden infligir daños físicos, psicológicos y sociales. Los acosados normalmente tienen problemas interpersonales, están deprimidos, se sienten solos o angustiados, tienen baja autoestima y problemas académicos; pero todos los involucrados se ven afectados negativamente, incluidos los espectadores, y el entorno escolar en su conjunto.
El ciberacoso implica la publicación o el envío de mensajes electrónicos, incluidas imágenes o vídeos, con el objetivo de acosar, amenazar o atacar a otra persona. Para el ciberacoso se utiliza toda una gama de plataformas sociales, como salas de chat, blogs y mensajería instantánea.
El ciberacoso, que suele ser el resultado de una interacción personal en la escuela, puede causar daños profundos, ya que puede afectar a los niños que son víctimas en cualquier momento y puede llegar rápidamente a un público amplio. Además, la tecnología perpetúa las amenazas de ciberacoso, ya que los mensajes pueden publicarse una y otra vez.
El acoso y el ciberacoso se alimentan mutuamente con facilidad, formando un continuo de comportamientos perjudiciales.
En línea o en persona, el acoso es una de las principales preocupaciones de la infancia. Aunque los índices difieren de un país a otro, está presente y extendido en todo el mundo, y afecta a un porcentaje significativo de niños como víctimas, autores o espectadores.
El Estudio de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niños reconoció que el acoso constituye un problema de importancia mundial. Preocupados por las consecuencias duraderas del acoso, los padres, los educadores y las instancias normativas están adoptando medidas para prevenirlo y abordarlo. Se están recopilando y difundiendo datos sobre la prevalencia de este fenómeno a un ritmo acelerado, se está alentando en la investigación específica para hacerle frente y la atención de la comunidad mundial se está movilizando como nunca sobre este asunto como cuestión prioritaria.