La Agenda 2030: Construir un mundo más seguro para la infancia

El viernes 25 de septiembre, los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron por unanimidad la nueva agenda mundial de desarrollo sostenible. Esta nueva agenda contempla por primera vez una meta concreta (la meta 16.2) para poner fin a todas las formas de violencia contra los niños, y el objetivo de acabar con el maltrato, el descuido y la explotación infantil está presente en otras metas relacionadas con la violencia. Es hora de celebrar la aprobación de la nueva agenda de desarrollo y destacar la contribución que puede realizar la comunidad internacional para convertir la meta 16.2 en una realidad para niñas y niños en el mundo entero.

Por primera vez, la dignidad de los niños y su derecho a vivir sin temor ni violencia son una clara prioridad en la agenda internacional del desarrollo.

Este es un hito histórico. Juntos, podemos transformar este impulso único en un movimiento imparable para lograr un mundo sin temor ni violencia.

Juntos, tenemos la extraordinaria oportunidad de promover un proceso de cambio social. Pero esta oportunidad entraña también una responsabilidad muy especial. Proteger a los niños de la violencia es algo más que una bonita idea y no puede quedar eclipsada por otros problemas. Este no es el momento para ser complacientes.

Nos corresponde demostrar liderazgo, movilizar y motivar a la acción, y defender esta noble causa, unidos en una gran alianza de incansables embajadores comprometidos con la protección de la infancia contra la violencia.

Como ya sabemos, la voz de los niños ha sido determinante para definir la visión que ahora vemos reflejada en la Agenda 2030. Los niños se mostraron ansiosos por contribuir a la definición de la agenda de desarrollo sostenible. Y, como nos vienen recordando en los últimos días, siguen firmemente resueltos a participar de manera decisiva en los próximos pasos, como asociados serios y agentes del cambio.

Los niños tienen una visión clara de la clase de mundo que quieren. En todas las regiones, una de sus prioridades principales siempre ha sido crecer en un entorno seguro y sin violencia.

El llamamiento de los niños ha sido inequívoco: la violencia constituye uno de los mayores obstáculos al desarrollo infantil y es necesario ponerle fin sin dilación.

Esta antigua aspiración de la infancia se plasma ahora en la nueva agenda de desarrollo, de ahí que se haya incluido una meta referida exclusivamente a la eliminación de todas las formas de violencia contra los niños; y que la protección de la infancia se haya incorporado a otras metas relacionadas con la violencia. Este es un hito histórico.

Los ODS son una aspiración común y sirven para dar nuevo impulso a las iniciativas internacionales de implementación. También transmiten un sentido de urgencia muy especial y la responsabilidad de actuar para no dejar a nadie atrás.

Sin embargo, a día de hoy, millones de niñas y niños de todas las edades y todas las regiones siguen estando expuestos a niveles intolerables de violencia en sus barrios y escuelas, en las instituciones encargadas de atenderlos y protegerlos, y también en el ámbito familiar.

La violencia deja marcas duraderas en las vidas de los niños y, a menudo, tiene consecuencias irreversibles en su desarrollo, su bienestar y sus oportunidades de prosperar en la vida. Y no solo afecta a sus víctimas, sino que debilita los cimientos mismos del progreso social, ya que genera costos altísimos para la sociedad, desacelera el desarrollo económico y erosiona el capital humano y social de las naciones.

Proteger a los niños frente a la violencia es un imperativo de los derechos humanos, una cuestión de buena gobernanza y un aspecto clave desde el punto de vista económico. Pero la violencia será cosa del pasado solo cuando los países adopten medidas tangibles que reflejen los valores, propósitos y metas de la nueva agenda de desarrollo sostenible.

La buena noticia es que no partimos de cero. De hecho, el cambio ya está ganando terreno en todo el mundo. El Estudio de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños y sus recomendaciones estratégicas nos proporcionan un buen punto de partida.

  • En la actualidad, ya son 51 los países que han introducido una prohibición legal absoluta y clara de todas las formas de violencia contra los niños, y más de 50 están trabajando en esa dirección. La legislación es fundamental para sentar las bases de la protección de los niños contra la violencia, pues con ella se transmite un mensaje rotundo a la sociedad acerca de la importancia de proteger a los niños en todo momento y allá donde se encuentren; se legitiman las iniciativas de prevención y respuesta, la asistencia a las víctimas infantiles de la violencia y la lucha contra la impunidad; y se apoyan las iniciativas de promoción, sensibilización y desarrollo de la capacidad encaminadas a transformar las actitudes y comportamientos que justifican los actos de violencia.
  • Por otra parte, más de 90 países han adoptado estrategias nacionales para prevenir y hacer frente a la violencia contra los niños. ¡Podríamos citar tantos ejemplos! En Tanzanía, el proceso de implementación y elaboración del presupuesto del plan nacional multisectorial avanza con paso firme. En Indonesia, la violencia contra los niños es un componente central del plan nacional de desarrollo, que pretende introducirse mediante un amplio proceso de descentralización. El plan de acción adoptado en Noruega defiende la idea de “una buena infancia que dure toda la vida”. En la República Dominicana, la hoja de ruta nacional ha servido para unir a todas las partes interesadas en un proceso de implementación eficaz y participativo. Hace apenas unos días, el Gobierno australiano anunciaba un nuevo paquete de medidas de seguridad y recursos destinado a combatir la violencia contra los niños y las mujeres en situación de riesgo.
  • Paso a paso, se están creando y reforzando los sistemas de protección infantil en todo el mundo. Un creciente número de trabajadores sociales, agentes de policía y funcionarios en el ámbito de la educación, el sistema penal, la inmigración y los servicios dirigidos a los refugiados solicitantes de asilo reciben capacitación para detectar a tiempo los incidentes de violencia, prevenirlos y responder a ellos, y para tener en cuenta el testimonio de los niños sobre la violencia que experimentan en sus vidas y hacer un seguimiento de esos casos.
  • Cada vez son más los niños y familias que tienen acceso a servicios de orientación y de asesoramiento y representación jurídicos para responder a incidentes de violencia.
  • Al tiempo que se consolidan los datos y los estudios en este ámbito, se promueven los valores no violentos y la concienciación mediante programas de educación parental e innovadoras campañas e iniciativas informativas.

Los organismos y las instituciones regionales desempeñan un papel esencial en las iniciativas de implementación de los planes regionales sobre la violencia contra la infancia, que en algunos casos se están revisando para adaptarlos a la agenda de desarrollo sostenible, como es el caso de la ASEAN y el Consejo de Europa.

Gracias a estos considerables avances, se han sentado unas bases sólidas que permitirán traducir la nueva agenda de desarrollo en acciones estratégicas de ámbito nacional para eliminar todas las formas de violencia contra los niños. Si aprovechamos estas iniciativas de implementación y ampliamos su alcance, podremos alcanzar la meta 16.2 en todos los países.

Para implementar con éxito la nueva agenda de desarrollo habrá que fortalecer las alianzas y movilizar recursos considerables. En todo este proceso, la protección de la infancia contra la violencia no puede quedar relegada a un segundo plano.

Debemos permanecer unidos en esta amplia alianza internacional de la que forman parte gobiernos, sociedad civil, líderes comunitarios y religiosos, empresas, organizaciones internacionales y otros agentes, entre ellos, cómo no, los propios niños.

La asociación entre la Alianza Mundial y el Fondo para Acabar con la Violencia Contra la Infancia puede potenciar aún más el compromiso y la acción que hemos visto intensificarse a nivel internacional para crear un mundo sin violencia.

A través de la Alianza Mundial se puede sacar el máximo provecho de nuestras iniciativas colectivas, sentar unas bases más sólidas y garantizar los fondos necesarios para crear un mundo más seguro para la infancia. Esta iniciativa cuenta con mi apoyo y estoy decidida a colaborar con ustedes para lograr este objetivo.

Las oportunidades que tenemos de promover esta causa son prometedoras. El año próximo, la comunidad internacional celebrará el décimo aniversario del Estudio de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños. Ha llegado la hora de consolidar las conquistas de años anteriores, aprovechar las lecciones aprendidas y redoblar nuestros esfuerzos para avanzar sin demora en la construcción de un mundo sin violencia. También es el momento de impulsar la etapa inicial de este ilusionante proceso de implementación de los ODS.

La Alianza Mundial puede contribuir de manera determinante a dar visibilidad a este crucial proceso.Estamos a punto de embarcarnos en los apasionantes inicios del proceso de implementación de los ODS. No obstante, también es el momento de valorar el grado de compromiso de los países con la protección de la infancia contra la violencia.

Estamos a punto de embarcarnos en los apasionantes inicios del proceso de implementación de los ODS. No obstante, también es el momento de valorar el grado de compromiso de los países con la protección de la infancia contra la violencia.

En la nueva agenda de desarrollo, las metas relacionadas con la violencia son factibles y cuantificables, y la Alianza Mundial puede contribuir al seguimiento de los avances hacia el logro de la meta 16.2.

Soy firme partidaria de mejorar la calidad de los datos y la capacidad nacional para medir el progreso y desarrollar bases de referencia nacionales cuando no se disponga de ellas. Debemos apoyar las iniciativas encaminadas a consolidar los conocimientos y los sistemas de datos existentes. En esta era de la “revolución de los datos”, también es necesario explorar nuevos planteamientos y metodologías para determinar la magnitud e incidencia de la violencia contra las niñas y niños menores de 18 años.

Para lograr la meta 16.2 de los ODS es preciso hacer un seguimiento eficaz de la prevalencia y gravedad de este fenómeno mundial. Hay que cuantificar, a partir de datos desglosados, la exposición de niñas y niños a la violencia sexual, física y emocional.

Varios países han realizado encuestas nacionales de hogares empleando una metodología rigurosa para recoger esta información. Hace tan solo dos semanas, el Gobierno de Nigeria publicó los resultados de su primera encuesta nacional sobre la violencia contra la infancia. Las conclusiones respecto del país más poblado de África han suscitado varios llamamientos urgentes a la acción: su Presidente respondió inaugurando el año de acción para eliminar la violencia contra los niños.

Los niños tienen depositadas grandes esperanzas en todos nosotros. Quieren un futuro en el que tanto niños como mayores vivan seguros, felices y sanos, sin miedo ni violencia de ninguna clase.

Esa es su visión. Pero, como suelen recordarme una y otra vez: “Una visión sin un plan no es más que un lindo sueño; y un plan sin una visión puede convertirse en una pesadilla”.

La implementación de la agenda de los ODS puede contribuir a la construcción de un mundo a la medida de los sueños de los niños. A eso aspiran los niños y esa es la noble causa que nos ocupa en este momento. No me cabe ninguna duda de que todos ustedes se sumarán a esta empresa.

Marta Santos Pais

Nueva York, 27 de septiembre de 2017