Formas de castigo

Castigos corporales y otras formas de castigo crueles o degradantes


El Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas define el castigo “corporal” o “físico” como todo castigo en el que se utilice la fuerza física y que tenga por objeto causar cierto grado de dolor o malestar, aunque sea leve.

En la mayoría de los casos se trata de pegarles, con la mano o con algún objeto, pero también puede consistir en darles puntapiés, zarandearlos o empujarlos, arañarlos, pellizcarlos, morderlos, tirarles del pelo o de las orejas, obligarlos a mantenerse en posturas incómodas, producirles quemaduras, escaldarlos u obligarlos a ingerir. Además hay otras formas de castigo que no son físicas, pero que son igualmente crueles y degradantes, como los castigos en que se menosprecia, se humilla, se denigra, se convierte en chivo expiatorio, se amenaza, se asusta o se ridiculiza al niño la niña.

Los castigos corporales y otras formas de castigo crueles o degradantes de los niños tienen lugar en numerosos entornos, incluidos el hogar y la familia, en todas las modalidades alternativas de cuidado, las escuelas y otras instituciones docentes, los sistemas de justicia -tanto en lo que se refiere a sentencias de los tribunales como a castigos en instituciones penitenciarias o de otra índole- en las situaciones de trabajo infantil, y en la comunidad.

Cada vez más investigaciones asocian el castigo corporal con una serie de resultados negativos de salud y de comportamiento, como empeoramiento de la salud mental, el desarrollo cognitivo y el rendimiento académico, aumento de la agresividad y comportamiento antisocial. Puede dañar las relaciones familiares y, dista mucho de enseñar a los niños o las niñas a comportarse bien, pues les enseña que la violencia es una forma aceptable de resolver los problemas.

Las investigaciones indican que los adultos que han sufrido castigos corporales en la infancia tienen más probabilidades de aceptar la violencia o de sufrirla, incluida la de pareja, ya sea como víctima o como agresor, y de manifestar otros comportamientos violentos e incurrir en conductas delictivas.

Por lo tanto, poner fin a todas las formas de castigo corporal es fundamental no solo para acabar con toda la violencia contra la infancia, sino para reducir la violencia en toda la sociedad a largo plazo.

El Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas considera que la eliminación de los castigos violentos y humillantes de los niños y las niñas mediante una reforma de la legislación y otras medidas necesarias es una obligación inmediata e incondicional de los Estados Partes en la Convención sobre los Derechos del Niño. También está incluida explícitamente en las recomendaciones que figuran en el Estudio de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niños como un aspecto necesario de la reforma jurídica.

Lograr una prohibición clara e incondicional de todos los castigos corporales exigirá reformas jurídicas de diverso grado en diferentes Estados. Puede que se requieran disposiciones específicas en leyes sectoriales sobre la educación, la justicia y las modalidades alternativas de cuidado, pero debería dejarse explícitamente claro que las disposiciones del derecho penal sobre la agresión también abarcan todos los castigos corporales, garantizando a los niños y las niñas la misma protección ante la ley.

Además de la reforma jurídica, llevar a la práctica la prohibición de toda forma de castigo corporal y otras formas de castigo crueles o degradantes exige concienciar, orientar y capacitar en materia de enfoques alternativos de la crianza de los niños y las niñas, en particular la promoción de una parentalidad positiva y no violenta.

La Representante Especial impulsa la eliminación del castigo corporal y otras formas de castigo crueles o degradantes a través de la prestación de asesoramiento técnico a los Estados Miembros, de actividades de promoción ante las instancias decisorias para apoyar la reforma jurídica, y de la colaboración con organizaciones regionales, organizaciones de la sociedad civil, organizaciones confesionales, instituciones nacionales de derechos humanos y organizaciones dirigidas por niños y niñas